Texto curatoria VIAJE VISUAL VALPARAISO 2011

La Caja Transparente nos evoca muchas de las cajas que tendremos desde nuestro nacimiento, partiendo de la posibilidad de completar nuestro desarrollo en una incubadora, hasta terminar en una urna funeraria con ventana de cristal. Pero también esa urna es la del voto, o es la vitrina de la ilusión comercial, o es el féretro del cuerpo del ser querido, o es la caja televisiva, espejo capcioso. Está presente en las promesas e ilusiones de la mitología y de los cuentos infantiles, el sueño del Blancanieves o la cúpula aséptica del proyecto Millenium que pretendía aislarnos de todos los males, incluso la muerte, en una ilusión de eterna juventud. También son los acuarios, ilusión de viaje submarino; los insectarios, con la pretenciosa idea de atrapar y clasificar la infinita variedad de acorazados coleópteros y tornasoladas mariposas; las cápsulas de Petri; los matraces; los tubos de ensayo; las botellas de Leyden. Verdaderos modelos utópicos a escala de la arquitectura de cristal: moderna (normalizada y prismática), expresionista (alabeada y volátil) y post moderna (compleja y virtual). Desde los templos del realismo socialista con el cuerpo momificado del líder dentro de una caja de cristal antibalas hasta las galerías de los museos antropológicos, botánicos, entomológicos, de armas. Y el Museo de Cera de París, el Museo de Ciencias Naturales de la Quinta Normal de Agricultura en Santiago, el Museo Fonck en Viña del Mar y el local Museo de Historia Natural de Valparaíso.

Es a partir justamente de los opuestos opacidad – transparencia que retomo las referencias desarrolladas por Christopher Jones en el dilema metodológico entre Caja Negra y Caja Transparente, como dos modelos en tensión respecto del tiempo de búsqueda de la solución de problemáticas en Diseño. ¿Por qué Diseño? Justamente por su condición de interface, vínculo entre distintos campos disciplinares: las ciencias, las tecnología, las humanidades y las artes, en el viejo lema funcionalista del “menos es más”, “la forma que sigue a la función” y “el adorno como delito”, slogans del movimiento moderno que pretendía la visualización en el exterior de los dispositivos de fenómenos internos que ocurrían en la máquina, a la que se le suponía la perfecta comunión entre la geometría y la física.

La Caja Negra compromete una metodología en la que la realización a pesar de su éxito, no sabe de dónde proviene, puesto que la obra se realiza y crea en base a experiencias pasadas, a ideas en las que el sujeto confía y que como grandes paradigmas suelen tener buen resultado, mas no puede explicarse de dónde se llega a esa solución. Opuesta a la Caja Transparente, en que la claridad de objetivos, criterios de evaluación, así como las variables a considerar, están dispuestas antes del boceto con soluciones previas que se completan en un análisis exhaustivo del problema. Las formas de evaluación de las soluciones son de naturaleza lógica y verbal y no experimental, estableciendo las estrategias previamente. Éstas se ordenan en etapas con apoyo de retroalimentación, enfocado en el éxito de las posibles soluciones. El proceso se abre para contemplar un mayor número de alternativas, de tal manera que las ideas surgidas en “estado de lucidez” son las menos. Permite retirarse y volver al punto anterior en forma exacta.

La Caja Negra, a diferencia de la Caja Transparente, permite literalmente “soltarse el pelo”, requiriendo grandes niveles de concentración con el costo del retraso de soluciones. Este dato se constituye en un elemento de fuerza para localizar las cajas del Proyecto Viaje Visual Valparaíso en un circuito de Peluquerías, en el casco patrimonial de la ciudad de Valparaíso, verdaderos palacios kitsch, salones de belleza, centros de estética, ateliers estilistas, etc. Toda una gama de sucedáneos del lenguaje canónico y prestigiado del arte.

Mario Soro Vásquez

Artista Visual, Licenciado en Arte PUC

Santiago de Chile, Enero 201