Texto de la exposición de lo Oculto a lo visible

   Hablar desde el quehacer artístico es pensar, desentrañar, observar la vida, como se constituye la temporalidad en que nos tocó habitar, desde una mirada como sujeto en un contexto de microcosmos hacia lo que nos muestra lo objetivo como realidad global o macrocosmos, la información y desinformación en que se fluctúa,  un límite o distancia que hay entre el recuerdo y el olvido, entre la imagen y cuerpo, entre lo real y aparente, entre lo oculto y el deseo.
La realidad se ha convertido en una apariencia que se traduce a verdad y una pérdida del ser, del sentir, del ver, escuchar, tocar y hablar, apariencia de una ilusión de un deseo, de lo que se “quiere obtener” , como los niños cuando anhelan un juguete nuevo y al tenerlo pierde el encanto o la novedad, así pasa con todo en la actualidad, la carencia de permanencia, todo  se desvanece en al aire, lo que en los años 60 ya Guy Debord escribía en la “Sociedad del Espectáculo” :
“La alienación del espectador en beneficio del objeto contempla- do (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) se expresa así: más él contempla, menos vive; más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia existencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo con respecto al hombre activo se muestra en el hecho que sus propios gestos ya no le pertenecen, sino que pertenecen a un otro que se los representa. Es por eso que el espectador no se siente en ninguna parte en lo propio pues el espectáculo está en todas partes”.
En  nuestro tiempo esto  se ha exacerbado con las nuevas tecnologías, el mundo virtual, la explosión del Capitalismo, la barbarie, la corrupción, la desigualdad, la discriminación,etc.etc. Características que se han manifestado por los siglos de los siglos, en diferentes contextos de la naturaleza intrínseca de la humanidad, pero que se ha dado de diferentes formas, según el contexto de tiempo y espacio,  pero que en nuestra contemporaneidad ha explotado en forma salvaje, develando lo oculto o tácito.

Este mundo aparente se nos presenta materializado en el bombardeo de lo visual, imágenes que en Latinoamérica llegaron en la colonización y sirvieron como poder evangelizador, que nos erradicó nuestro origen como cultura y desde ahí se nos inventó una realidad que nos esconde, realidad velada por un estatus, un sistema económico que nos tiene idiotizados y nos oculta lo que hay más allá de ese velo, nuestra verdadera identidad.

Toda enajenación y desigualdad provoca barbarie, violencia que a todos nos conmueve pero nadie logra erradicar por el velo que lo cubre.

A través de la imagen femenina siempre se ha intentado manifestar algo de deseo entre lo oculto y lo visible, musa, diosa, ninfa, santa, madre, prostituta, vedette, trofeo, un ideal en la imagen, una idealización que cuando se devela muestra su carácter de humanidad que es acompañado del horror de lo carnal, el dolor, lo que siempre ocultamos como seres humanos y negamos como condición. 
El arte nos devela eso a que arda ese existir, la belleza en lo oculto, en denunciar lo que nadie ve por tener anestesiados los sentidos con la vorágine de la inmediatez y fugacidad de los tiempos actuales, velo ante la barbarie, capas o costras que se superponen como la veladura en la pintura que representan la realidad. 


 El velo en nuestra obra representa esa apariencia de la realidad, distancia entre lo que está tácito pero que todos saben, cómo lo que se devela ante la oscuridad, la penumbra que nos oculta las cosas a la vista pero que igual sabemos que están ahí.

 Vanessa Boccardo
artista visual
Licenciada de Arte.
PUC


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